FICHA TÉCNICA



Título obra Las criadas

Autoría Jean Genet

Notas de autoría José Luis Ibáñez / traducción

Dirección José Luis Ibáñez

Elenco Ofelia Guilmain, Rita Macedo, Mercedes Pascual (Meche)

Escenografía Juan Soriano

Espacios teatrales Teatro Fábregas

Eventos VI Programa Poesía en Voz Alta




Cómo citar Reyes, Mara (seudónimo de Marcela del Río). "[Las criadas]". Diorama de la Cultura, 1959. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

imagen facsimilar

Diorama de la Cultura, Excélsior

Columna Diorama Teatral

[Las criadas]

Mara Reyes

Las criadas Teatro Fábregas. Autor, Jean Genet. Dirección y traducción, José Luis Ibáñez. Escenografía, Juan Soriano. Reparto: Ofelia Guilmain, Rita Macedo y Meche Pascual.

Poesía en Voz Alta ha escogido para su sexto programa Las criadas, de Jean Genet, obra de una alta calidad literaria que ha suscitado una gran cantidad de controversias. Ello se debe a la diversidad de ángulos que tiene para enfocarse.

Jean Paul Sartre, según tengo entendido, hizo un estudio de la obra en el que analiza frase por frase, detalle por detalle, con objeto de descubrir la personalidad, las angustias y los conflictos del autor.

Hay quienes buscan el lado morboso, al saber que Genet pensó originalmente desarrollar su obra entre dos criados hombres. Hay quienes tratan de analizarla desde el punto puramente teatral y encuentran todo aquello que el autor usa como novedoso. Sólo que entonces, analizándola de este modo, las criadas nos resultan un par de alucinadas, y la señora, una extravagante.

Si tratamos de encontrar, en cambio, como en toda obra de arte, su conexión con su época ambiente y con la postura, filosófica, existencialista, del autor, entonces tal vez comenzaríamos a vislumbrar un nuevo ángulo de enfoque. ¿Qué simbolizan sus personajes y qué finalidades persigue a través de ellos el autor? Esto es lo que debemos respondernos.

Desde luego hay implícita en la obra toda la angustia que se vive en nuestra época, pero, ¿por qué se planea la obra poniendo precisamente como personajes principales a dos criadas? Indiscutiblemente porque quiere darles el carácter y sello de subordinación y de dependencia a una voluntad extraña. El hecho de personificarlas como tales las coloca en una situación en que viven una vida miserable, llena de frustraciones, de insatisfacción, en que no tienen nada suyo, propio, ellas deben aceptar una forma de conducta sujeta a determinado cartabón, a las necesidades y los caprichos de la patrona, de ahí su postura ambivalente hacia ella. Es decir, ellas representan al hombre sujeto a su destino y al mismo tiempo consustancial con él; el hombre es su propia soledad y a través de ella su propio destino, como una “mismidad”. No está visto el encadenamiento del hombre a su destino en el sentido helénico, no lo plantea como atributo, sino consustancial a él.

Ahora bien, esta condición y los anhelos inherentes a su situación humana les hace a las criadas anhelar una serie de cosas y crear la fantasía de la señora corno una forma de compensación. La señora es la poseedora de las joyas, los vestidos, los perfumes; ella personifica sus anhelos, sus ambiciones, sus deseos más íntimos; ella es todo aquello que el hombre quiere y no puede llegar a ser. Saben las criadas que jamás serán la patrona, aun cuando juegan a serlo, pero hay un hecho: nunca pueden terminar el juego. Soledad mata a Clara –cuando ésta finge ser la señora– sin embargo, Clara no ha muerto, la vuelve a matar y tampoco lo logra, ¿por qué? Porque ellas no pueden matar la fantasía, el encadenamiento al destino es tan rígido y tan pavoroso que Soledad jamás puede jugar a que ella es la patrona, incluso en el “juego” ella tiene su papel miserable. Y al escoger Clara su propia muerte, nos está diciendo que es la única posibilidad, ya que no pueden matar nada, ni sus ideales, ni su destino. Lo único que tienen como propio en la vida es su propia muerte. Tal parece que el autor nos quisiera demostrar a través de todas estas situaciones tan dramáticas y tan elaboradas que la vida no es sino producto de la muerte y el destino. Ellas son el hombre y su destino, y lo que no muere es la Soledad. La señora son los ideales (desde el placer, hasta lo metafísico) y su propia muerte es lo único que da sentido a su vida.

En cuanto a la dirección, fue un verdadero alarde, se esté o no de acuerdo con la interpretación que de la obra ha hecho José Luis Ibáñez. Ante todo Ibáñez ha querido respetar y resaltar por un lado la idea que el autor tiene sobre el aprovechamiento todos los elementos de ficción y por otro el dramatismo de la obra.

Se observa su mano en cada parlamento, en cada movimiento. Ha sido más que nada un dominio sobre la forma, lo que nos ha demostrado. Sólo un verdadero talento puede sacar adelante las difíciles escenas que plantea la obra, como aquella en que Soledad le acaricia los pies a Clara y muchas otras.

La escenografía muy de acuerdo con el estilo de la obra, con grandes aciertos plásticos y en cuanto a la actuación –esta obra es de especial lucimiento para las actrices– Ofelia Guilmáin está verdaderamente magistral; Rita Macedo muy bien también, aunque en ocasiones exagera sus gestos faciales, y Meche Pascual, como nunca, ágil, desenvuelta, llena de luz. En una palabra, es una obra con la cual puede uno estar en desacuerdo absoluto, disentir de sus postulados de modo contundente, pero no por esto puede dejar de verse y de discutirse. Poesía en Voz Alta se anota con ella un triunfo más.