El Heraldo de México
| 24 de agosto de 1966
Columna Escenarios
Teatro universitario de Nancy en México
Armando de Maria y Campos
La actualidad siempre es relativa. Es actual algo que el cronista ofrece a sus lectores como actual, y no lo es si ha dejado de tenerla. Una voz anónima nos informó a los asistentes del teatro Universitario de Nancy, Francia, que "Este espectáculo que tenemos la alegría y el honor de presentarles, quizás no responde enteramente a lo que podrían ustedes esperar de un Teatro Universitario. En efecto, si han venido a escuchar un bello texto de literatura dramática francesa, quedarán probablemente decepcionados. Esta obra es un vodevil hasta ahora jamás presentado en Francia o en el extranjero: salvo, claro está, en nuestra participación en el Festival Mundial de este año. Es una de las obras menos buenas de Henri Monnier, litógrafo y dramaturgo, célebre por la sutileza y la crueldad de sus observaciones a propósito de la vida social de mediados del siglo XX y por la sátira de su personaje: el señor Prud'homme, encarnación de la actitud complaciente de la burguesía.
"Si vinieron ustedes para aplaudir vedettes, aumentará su decepción. Cada artista, sometido a una disciplina colectiva muy estricta, es a la vez servidor y creador del espectáculo, y tuvo que efectuar durante largos meses, ejercicios preparatorios destinados a entrenarlo para aumentar física y psíquicamente el personaje que le ha tocado representar. Ningún actor tiene preponderancia sobre los otros.
"Si vinieron aquí, además, para reír o para llorar se desilusionarán también, porque este espectáculo no quiere conmover, desea simplemente atraer la atención tocando el espíritu crítico y la reflexión.
"En fin, un texto vanal, ninguna vedette, ni pathos, ni diversión. Entones ¿por qué nos atrevemos a molestarles? Precisamente para tratar de demostrar que sin un buen texto, sin vedettes, y sin lágrimas se puede, a pesar de todo, hacer teatro digno."
La propia voz nos informa que tratan de experimentar la búsqueda, evitando una fácil caricatura de estilo, que el vodevil por su número de actores, sus artificios de situación dramática, sus convencionalismos en la actuación y en su forma, es revelador de una estructura social anticuada, y de un tipo de comunicación pasado de moda entre el público y el espectáculo.
No termina con estas palabras la información. Se nos dice que nos será contada la historia de un artista, que encontrándose al servicio de un joven burgués y querer evitar que se case contra su voluntad, aparece como un bufón y un servidor de una sociedad a la que él quería estremecer.
Pero el cronista tiene derecho a ser congruente y a explicar a sus lectores lo que se entiende por vodevil. La Real Academia Española rechaza la voz vodevil, porque tuvo en cuenta que la palabra francesa vaudeville (o vau-devire), no significó, al principio, sino "Canción alegre, primero báquica o anacreóntica, y luego satírica y maliciosa"; que pasó luego a significar: "pieza cómica breve, mezclando de coplas", y por último: "pieza bufona, fundada casi únicamente en el enredo y el quid pro quo".
El cronista tiene derecho a llamar al pan, pan y al agua, agua. Esa es su misión, y no dejarse llevar por confusiones. Por eso ha dicho antes que la actualidad no deja de ser actualidad. El Teatro Universitario de Nancy se propone recorrer algunos lugares de la República. Que los lectores de El Heraldo de México sepan a qué atenerse.