FICHA TÉCNICA
Título obra La ciudad no es para mí
Notas de autoría Raúl Zenteno / adaptación
Dirección Manolo Fábregas
Elenco Daniel Chino Herrera, Rosa María Vázquez
Escenografía David Antón
Espacios teatrales Teatro Principal, antes Sala Chopin
Cómo citar Maria y Campos, Armando de. "La ciudad no es para mí, en el Teatro Principal". El Heraldo de México, 1966. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>
imagen facsimilar
El Heraldo de México
| 21 de mayo de 1966
Columna Escenarios
La ciudad no es para mí, en el Teatro Principal
Armando de Maria y Campos
Para presentarse ante el público como actor de comedia el que fuera durante mucho tiempo simple caricato en las revistas, Daniel Herrera, conocido por "El Chino Herrera", porque se especializó durante largos años en presentar un tipo convencional de asiático amarillo, pidió que le compusieran una comedia a la medida de la personalidad que antes había explotado en el teatro y que también llevó a la TV.
Será muy difícil saber la procedencia de la comedia en cuestión, titulada La ciudad no es para mí, que se viene representando en la antigua sala Chopin, ahora denominada teatro Principal. La tal comedia ha merecido una adaptación, digamos al "Chino" característico de Daniel Herrera, por el señor Raúl Zenteno, y de todo ello ha salido una pieza que tiene todos los ingredientes para gustar al público fácil; tipos pintorescos de algún lugar de Sonora, la llegada del "Chino" a la casa de su hijo en México y peripecias con intriga sentimental que naturalmente conducen a un final que satisface a todos, porque el bueno del "Chino" se da maña para arreglar las cosas de manera que nada se salga del cuadro de una comedia a su medida.
Le será difícil a Daniel Herrera formarse un repertorio propio. Tendrá que recurrir a las adaptaciones, como esta vez, o volver a sus antiguas correrías. Daniel Herrera es un buen actor dentro de su tipo característico; habla con claridad y matiz y sabe tocar la fibra sensible del espectador. Logra un éxito personal muy estimable.
Lo acompañan actores de diversas categorías, todos duchos en el oficio de representar comedias y muy conocidos del público metropolitano. Pasa por la escena como primera figura de importancia en el momento la señorita Rosa María Vázquez, obligada a afinar su silueta tanto por sus intervenciones en el cine, que casi carece de encantos femeninos. Su buena dicción y su simpatía personal la mantienen a flote.
La dirección del actor Manolo Fábregas es simplemente profesional igual que la escenografía de David Antón. El público se divierte que es, en último término, el principal propósito de la representación.