Siempre!
| 29 de agosto de 1956
Columna Teatro
Inauguración de la Unidad Artística y Cultural del Bosque
Rafael Solana
Eso de la “Unidad Artística y Cultural del Bosque”, que la gente va a tener ahora ocasión de conocer con motivo de la inauguración del teatro del Granero, es una cosa muy seria; es, para que establezcan ustedes la proporción, comparado con cualquier teatro, lo que la Ciudad Universitaria es comparada con cualquier escuela; si hay en el mundo entero cosa parecida, hasta nosotros no ha llegado la noticia.
Eso no es un teatro, sino un grupo de teatros, de subteatros y dependencias teatrales, lo más completo que uno pueda imaginarse vamos a tratar de ir describiéndolo:
La base, el alma de esa “Unidad”, es el Auditórium; pensado originalmente como local propio para espectáculos hípicos, se fue a construir allá cerca del Campo de Polo, a un costado del Casino Militar; pero cuando se llevaban gastados 50 millones de pesos y todavía faltaba invertir en la gigantesca obra otros 25, cambiaron las cosas; vino algún régimen presidencial menos ecuestre, se pensó tal vez que 75 millones de pesos eran demasiados millones para ponerlos entre las patas de los caballos, y aquel magno monumento equino, aquella residencia que jamás soñó para su caballo cónsul el propio Calígula, fue convertida de caballeriza colosal, en palacio de la cultura; a un costo mucho menor que el que habría tenido si hubiese continuado siendo, como estaba previsto, el establo más grande del universo.
Le dieron la obra al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, que ahorró muchos millones, y de lo que iba a ser pista, de los que iban a ser pesebres, de los que iban a ser picaderos, del que iba a ser granero, de los dormitorios de los caballerangos, sacó todo lo siguiente, que ahora está a la disposición de todos los habitantes de la ciudad de México y de sus visitantes.
Un Auditórium, que si bien sigue siendo apto para presentar concursos hípicos, cuando haga falta, también ha podido convertirse en un teatro enorme, en el que existen, fijas, 13 mil quinientas butacas, pero en el que, según los espectáculos que se ofrezcan, pueden agregarse muchas adicionales, hasta dar un total de 18 mil quinientas en el caso de box y otra cosa que requiera un escenario pequeño; se han dado allí, ya, grandes espectáculos de ballet, espectáculos teatrales grandiosos (como el del Mensajero del sol, con 1 500 actores, entre los cuales los voladores de Papantla en un poste de 20 metros de altura), conciertos (pero se trabaja en adaptar la acústica hasta dejarla perfecta; por ahora sólo es magnífica en los casos en que el local está completamente lleno, y el eco la hace defectuosa cuando no se agotan las localidades); ballets acuáticos, para lo cual el escenario puede fácilmente convertirse en una enorme alberca o en varias pequeñas; ballet sobre hielo, para lo que basta con convertir la pista en un amplio lago... Roberto Silva está preparando una temporada de ópera con una presentación que podrá copiar la verdaderamente impresionante, monumental, de las Termas de Caracalla, en Roma, o en el Circo Romano de Varona; hay una enorme pantalla de cinemascopio y los más modernos aparatos de proyección y sonido para poder dar funciones (pero... ¿quién se atrevería a estrenar una película ante 15 mil espectadores, si el propio Cantinflas le ha sacado el bulto a la idea de presentar allí su Vuelta al mundo en ochenta días?); y el señor Toño Algara ha preguntado por teléfono si podría darse allí una temporada de toros con Chamaco, Litri y otros divos en traje de luces; le han contestado que claro que se puede; cabe más gente que en la plaza de la Maestranza, de Sevilla, toda bien acomodada en confortables butacas, y bajo techo, para que nunca puedan echarle la culpa al aire los toreros por una mala actuación, ni los empresarios a la lluvia por una mal entrada.
Pero además de este ciclópeo teatro, que suma más asientos que los otros 25 del Distrito Federal juntos, y que el día que funcione de corrido (con un gran circo americano, por ejemplo), va a dejar vacíos a todos los espectáculos de la ciudad, hay muchas otras cosas en la Ciudad del Teatro que es la Unidad del Bosque, sigan ustedes apuntando:
Otro teatro, el del Bosque que también ya se inauguró con ballets, en él caben 1 500 personas, es del tamaño del Insurgentes, igualmente cómodo y moderno, con un escenario amplísimo, un enorme telar, una iluminación perfecta, y todas las necesarias dependencias.
Otro teatro más, el del Granero, para 200 personas, y en redondo, la modalidad más moderna del teatro; con sus camerinos, fumadores, sanitarios, túneles de acceso al foro, iluminación que nada deja que desear, amplísimo foyer, etcétera.
Otro teatro más, el infantil, con 400 butacas para niños, un amplísimo lugar de desahogo, para que los niños jueguen (las paredes cubiertas de pizarrón y cazuelitas con gises en donde otros teatros ponen ceniceros; así los niños pintarán las paredes hasta hartarse y en su casa descansarán de esa tarea); en ese teatro se darán funciones continuas desde las 10 de la mañana hasta las seis y media de la tarde; una hora de títeres, una de guiñol, y una de películas de caricaturas; las madres o los padres llegan, dejan a sus hijos, y regresan por ellos a la hora que quieran; los atienden trabajadoras sociales especializadas en ese trabajo; en el patio hay una bella fuente, y una jaula en la que estarán de visita los más apropiados animales del vecino parque zoológico: cebras, venados u otras especies inofensivas y simpáticas; en una dulcería en forma de carrusel se pondrán al alcance de la infancia las golosinas.
Otro teatro más, al aire libre, perfectamente planeado e iluminado para espectáculos all’aperto, como los que hasta ahora se han dado improvisadamente pero con gran éxito en Chimalistac o en Guanajuato; una despejada plazoleta ha sido construida expresamente para este objeto, con telones de árboles (nada menos que todo Chapultepec sirve de ciclorama) y con un bien premeditado sistema eléctrico para proporcionar las convenientes luces.
Una escuela teatral, la que antes funcionó en el Palacio de Bellas Artes, ahora perfectamente dotada de un local amplísimo e idóneo. Una escuela de danza clásica, con vastos salones, y espejos, y hasta barras fijas, y todo lo que hay que tener.
Una escuela de danzas regionales, que ocupa el lugar originalmente destinado a los pesebres, cerca de ese granero que hoy es teatro.
Amplias bodegas para guardar el vestuario y la utilería; una de ellas, planeada para ser utlizada como taller de construcción de escenografías, fue recientemente convertida en un teatro más, con las butacas almacenadas, y aprovechadas por un consejo de cardiólogos para sus sesiones.
Oficinas, puestas a disposición de organismo como cierta dependencia de la UNESCO para el Cine Cultural (es un instituto de alcance continental), y las destinadas al despacho del consejo administrador de la Unidad, del representante en ella de Bellas Artes, y aun del propio secretario de Educación, titular de ese consejo.
De todo esto, de este verdadero, maravilloso, amplísimo, soñado palacio del teatro, templo de la cultura dramática, coreográfica y musical ha sido dotada la ciudad de México con esa “Unidad Artística y Cultural del Bosque” con que ha sido enriquecida, y que le puede envidiar la más culta capital del mundo.
Ya no falta saber sino una sola cosa: si tenemos público para llenar esos teatros y esas escuelas; o si esa ciudad teatral habrá sido hecha para un futuro remoto... como nuestra gigantesca y magnífica terminal aérea de Balbuena, que todavía resulta demasiado grande para el actual movimiento de aviones...
Pero si nuestra modernísima y preciosa Ciudad Universitaria, de la que tan orgullosos estamos, ya se llenó de estudiantes, y en su enorme estadio ya a veces no cabe la gente que acude... ¿no puede pensarse también, que pronto haya espectadores suficientes para animar todas las dependencias de la Unidad del Bosque, en las que podrán presentase simultáneamente desde los espectáculos más populares, y tal vez baratos, para las masas, en el Auditórium, y las piezas de teatro bien puestas para la clase media intelectual, en el teatro del Bosque, y lo más selecto, experimental y tantativo para élites, en el del Granero, mientras los niños chupan sus caramelos y aplauden a las marionetas, y en la plazuela se rinde homenaje a los clásicos?
Cuando todo eso esté funcionando, y acuda el público, la vida teatral de México habrá no ya igualado a la de las más grandes ciudades: la habrá superado ampliamente.