FICHA TÉCNICA



Título obra Botica modelo

Autoría Luisa Josefina Hernández

Dirección Celestino Gorostiza

Elenco Ángles Marrufo, Judy Ponte, Pilar Souza, Raúl Ramírez, Rosa María Moreno, Tara MacNair, Santos Gabarrón, Virginia Gutiérrez, Mario García González

Espacios teatrales Teatro del Seguro Social




Cómo citar Solana, Rafael. "Botica modelo de Luisa Josefina Hernández, dirige Celestino Gorostiza". Siempre!, 1954. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

Siempre!   |   5 de junio de 1954

Columna Teatro

Botica modelo de Luisa Josefina Hernández, dirige Celestino Gorostiza

Rafael Solana

La comedia Botica Modelo, de Luisa Josefina Hernández, premiada como la mejor de las 17 obras que durante 1953 fueron enviadas al concurso convocado por el diario El Nacional, fue estrenada al fin, en el teatro del Seguro Social, al que se hicieron varias reparaciones. Esta fue la comedia que debió servir para abrir la temporada en el teatro Ideal, el Sábado de Gloria, temporada que no pudo hacerse por no haber llegado a un acuerdo el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Federación Teatral.

Los meses siguieron pasando, pero al fin Botica modelo se estrenó(1); por cierto, en un ambiente frío. Los boletos estaban agotados, pero la sala no estaba llena; esto se debe a la costumbre que existe de enviar boletos a los ministros y grandes personajes, que cuando los reciben los tiran a la basura y no aparecen, y cuando no los reciben se dan por ofendidos y se ponen hechos unos energúmenos (algunos); entonces se da el caso lamentabilísimo de que los pocos boletos que hay vayan a dar a manos de personas que no tienen ningún interés por asistir al teatro (el 30% a empleados del Seguro Social), por ejemplo y la mucha gente que hubiera querido ir a ese estreno, y que fue a la taquilla a solicitar boletos, no haya podido entrar, porque no los había.

Algo más de medio teatro, pues, y poco entusiasmo en el aplauso; porque estaba reunida justamente la gente más severa y más rígida, la que más difícilmente se decide a juntar las manos en una palmada; ese público terrible de los estrenos, más frío que nunca, porque estaba solo, pues no se permitió la entrada al otro público.

Luisa Josefina Hernández afrontó la durísima prueba, y al final salió a saludar y a agradecer esos aplausos tibios; en Los Sordomudos, que fue mejor acogida (y que era mejor pieza) no salió, porque entonces estaba esperando a la cigüeña, ésta ha sido la primera vez que vemos a la inteligentísima y culta autora en el escenario, en medio de sus artistas. También salió el director de la obra Celestino Gorostiza.

La obra es buena. No podía ser de otro modo viniendo de manos de una autora tan estudiosa; pero para ser una gran comedia, sin duda le falta algo.

Gustó mucho el primer acto, dedicado al planteamiento de situaciones y a la presentación de personajes; aburrió el segundo, en que la acción progresa poco, y no satisfizo el tercero, en que no se remata puntada, sino se deja todo deshilachado y al garete. Al caer el telón estamos donde al principio; la obra podría continuar cuatro o cinco actos más, presentando nuevas estampas y nuevas complicaciones, sin llegar a su extinción natural, a la resolución, a la madurez y el estallamiento de las cosas; Luisa Josefina echa los telones en cualquier parte, a su capricho, sin obedecer a ninguna necesidad escénica.

Lo mejor y lo más logrado son las estampas sueltas; la de Ángeles Marrufo, por ejemplo, que el público se siente inclinado a ovacionar, y que la misma autora mata con una inoportuna frase que destroza el efecto del mutis; los personajes más congruentes son los más episódicos: Judy Ponte, la muerte de cuyo perro es la única tragedia que tiene alguna realidad entre muchas otras más truculentas pero más falsas; Carlota Garibay, por cierto muy bien sacado por Pilar Souza, un personaje reiterativo, y que a fuerza de hacer y decir exactamente lo mismo a lo largo de los tres actos acaba por dar la impresión de que tiene algún carácter.

La fórmula, por otra parte, fue aplicada a otros personajes: también el que hace Raúl Ramírez piensa en lo mismo como una obsesión a lo largo de la obra. Tiene su leit motiv; y ya un crítico dijo, hace tiempo, que no hay que confundir el carácter con la terquedad, en las comedias.

Hay un personaje frívolo, que acertadamente fue encomendado a Rosa María Moreno; ella pone al servicio de ese papel su encanto personal y su estudio. Y si consigue arrancar algunas risas, y algún aplauso, a ella debe atribuirse, y no al personaje, que es inconsistente y superficial, y que interpretado por una actriz menos cómica habría sido muy gris como grises resultan los demás tipos de la comedia: Tara MacNair, a contraestilo, lamentable y llorona, entonada como para una obra trágica: Santos Gabarrón, tieso, descolorido; Virginia Gutiérrez guapa y fina, sin la sensualidad y la grosería que pide su papel, o Mario García González, que se limita a animar un cliché de un líder obrero, poco enjundioso.

Luisa Josefina Hernández es sin duda una de las más sólidas esperanzas del nuevo teatro mexicano; inteligente, sabia, laboriosa, honrada y pura; un día todas estas cualidades la llevarán a escribir una gran obra; pero todavía Botica modelo no es esa gran obra.


Notas

1. El 20 de mayo. P. de m. A: Biblioteca de las Artes.