FICHA TÉCNICA
Título obra Moctezuma II
Autoría Sergio Magaña
Dirección André Moreau
Notas de dirección Antonio López Mancera / supervisión
Elenco Ignacio López Tarso, Raúl Dantés, Héctor Gómez, Muratalla, Orea, Lozano, Landeta, Emma Teresa, Pilar Souza, Agustín Guevara, Amado Zumaya, Socorro Avelar, Diana de Mendoza, Carmen Sagredo
Escenografía Graciela Castillo
Espacios teatrales Teatro del Seguro Social
Productores Instituto Nacional de Bellas Artes
Cómo citar Solana, Rafael. "Moctezuma II de Sergio Magaña, dirige André Moreau". Siempre!, 1954. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>
TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO
Siempre!
| 6 de marzo de 1954
Columna Teatro
Moctezuma II de Sergio Magaña, dirige André Moreau
Rafael Solana
El primer acontecimiento teatral del año fue el estreno de una obra política de Usigli, con Gómez de la Vega y un numeroso grupo de actores; el segundo ha sido la presentación en México de la tragedia de Sergio Magaña Moctezuma II, ya estrenada el año pasado en Xalapa(1), y esta vez dirigida por André Moreau y actuada por la flor y nata de la nueva generación de actores que en los últimos cinco años se ha formado en México.
La expectación, entre cierto sector del Todo México que sigue de cerca el movimiento teatral, era enorme. La gente fue a la función inaugural con las uñas bien afiladas, dispuesta a todo, y mucha, con irreprimidos deseos de hacer un escarmiento con ese pedante nuevo autor que a partir de su legítimo triunfo con Los signos del zodiaco ha venido proclamándose a sí mismo como el genio joven de nuestras letras dramáticas, ha visto por encima del hombro a gente consagrada ya, y ha puesto como lazo de cochino, en sus escritos, a los críticos, a los actores, a otros escritores, sin detenerse ante respetos humanos ni divinos.
Además, se decía ya que la obra tenía una jettatura; se habían acobardado ante ella, o se habían excusado de dirigirla, con un pretexto o con otro, primero Novo, luego Celestino Gorostiza, luego Fernando Wagner, y después también André Moreau, que el año pasado la había ensayado con otros actores; finalmente Moreau reemprendió la tarea de montarla, y esta vez contra viento y marea, superando toda clase de inconvenientes, la estrenó en la fecha prevista. Se enfermaron gentes, incluso el autor, que debió ser operado de apendicitis la noche misma del estreno; se cambiaron muy a última hora algunos personajes... hasta ocurrió que la tarde del ensayo general, cuando llegaron las actrices a instalarse en sus camerinos... apareció un piquete de hombres con piquetas y procedió a derribar los camerinos, en cumplimiento de una extraña orden que había sido dada seis meses antes.
Pero la jettatura se rompió al fin, y Moctezuma II se ha estrenado en México(2). No hay plazo que no se cumpla.
Y lo primero que se hace necesario confesar es que la gente se quedó con las ganas de hundir el diente en esta pieza, y de ejercitar las uñas. Desde el primer momento, desde el prólogo, se vio que era necesario tomar en serio esa obra de alto vuelo, y magníficamente escrita; el primer acto conquistó al público, el segundo, retuvo su atención, y el tercero redondeó un verdadero triunfo, un triunfo sólido, valiosísimo, porque aquellos aplausos finales no fueron de complacencia, de benévolos amigos, sino de rendición de enemigos que habían ido muy bravos, y que reconocieron que la pieza es admirable, que la dirección fue soberbia, y que si la actuación de todas las segundas partes fue pareja, la de Ignacio López Tarso en el papel de Moctezuma alcanzó en muchísimos momentos la eminencia.
Sergio Magaña dice que su obra es la primera tragedia que se escribe en México. Suena petulante y exagerado. Habría que investigar. Pero, desde luego, es una gran obra. Bien concebida, bien construida, con situaciones teatrales muy bien visualizadas, con una valiente originalidad en el planteamiento de las escenas históricas, en las que se sustrae a los conceptos primarios de los ladrillos de escuela, y, más que correcta, muy bellamente escrita, con gran aliento, con un gran vuelo poético; le podrán ser señaladas reminiscencias; pero siempre serán ilustres, de las que honran, y no de las que envilecen, solamente pudo decirse que habría podido Sergio apretar un poco más su drama para reducirlo a más llevaderas proporciones, acortando algún acto; por lo demás todo es excelente, y Magaña ha, no solamente repetido su triunfo anterior, sino creemos que muy ampliamente lo ha superado.
Otro triunfador absoluto de la noche fue Ignacio López Tarso; le acababan de dar el premio como el mejor actor joven del año pasado, por muchas cosas buenas que hizo como intérprete de personajes españoles, Pármeno, el Cid, don Juan; ahora, en uno mexicano, encuentra su expresión más justa, y a un emperador le da la grandeza requerida; su personaje es difícil, porque, como Hamlet, a quien en momentos recuerda, no parece decidirse a nada, sino es una mera cosa estupefacta en manos de los incomprensibles dioses, pero esa pequeñez ante los dioses se vuelve majestad ante los hombres; su monólogo final, que parece del Boris Godunov es sin duda una de las escenas de mayor envergadura que contengan las letras dramáticas mexicanas, y de ella hace López Tarso un triunfo personal que será inolvidable.
Al lado de López Tarso, pero muy atrás, porque él está enorme, brilla toda una pléyade de jóvenes artistas que hace cinco años eran niños juguetones, y que hoy por primera vez nos dan la conciencia de constituir una nueva generación en el teatro mexicano: Raúl Dantés, que con gran decoro roe un difícil hueso; Héctor Gómez, Muratalla, Orea, Lozano, Landeta, Emma Teresa, Pilar Souza, Agustín Guevara, Amado Zumaya, y las magníficamente entonadas tres viejas, Socorro Avelar, Diana de Mendoza y Carmen Sagredo, excelentes, de lo mejor en la obra.
El movimiento escénico, el ritmo, el tono, la unidad, todo un gran acierto del director Moreau, que tuvo entre manos una labor complicada y difícil; la postura en escena bajo la supervisión de Antonio López Mancera, un gran éxito; vistosísima en su sobriedad la decoración de Graciela Castillo; brillantísimo el vestuario, sin excesos operísticos o cinematográficos.
Moctezuma II, aguardada un año por la crítica y por la gente del ambiente, que esperaba cebarse en ella, fue en este sentido una gran decepción, porque lejos de ser el desastre deseado ha constituido un gran triunfo de autor, de intérpretes y de director, y del departamento de teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes, que con esto debió haber inciado en 1953 sus labores públicas, ya que se trata de un éxito verdaderamente brillante.
Notas
1. La obra se había presentado en marzo de 1953 con el grupo Taller del Nuevo Teatro dirigido por Dagoberto Guillaumin en la escuela Rébsamen. Leslie Zelaya y Julio César López. Sergio Magaña, catálogo inédito, México, CITRU, INBA, 1989.
2. La función inaugural en el Distrito Federal se realizó el 25 de febrero en el teatro del Seguro Social. P. de m. A: Emma Teresa Armendáriz.