Proceso
Columna Teatro
Emilio Carballido
Rodolfo Obregón
En tiempos de consultas públicas, cabría señalar una deficiencia de nuestras instituciones culturales: en general, éstas han sido mucho más entusiastas en la divulgación de productos y personalidades artísticas internacionales en México, que en la promoción de artistas nacionales fuera de sus fronteras.
La conquista de territorios que rebasan el ámbito doméstico, por parte de nuestros creadores, ha obedecido casi siempre a la promoción que ellos mismos han realizado en el extranjero. En un arte colectivo, como es el teatro, el asunto se complica sin lugar a dudas.
De entre todos los practicantes de esta disciplina en nuestro país, el hombre más conocido y apreciado internacionalmente es el dramaturgo Emilio Carballido; viajero compulsivo, promotor en reciprocidad de teatristas de múltiples procedencias.
A la considerable ventaja de viajar con las muestras de su trabajo en un portafolios, Carballido suma la de contar con una importante plataforma de operaciones que ha sido, desde hace años, la Universidad Veracruzana.
Por ello, nada parece más natural que el homenaje que esta Universidad rinde al dramaturgo como parte principal de la VII Feria Nacional del Libro Universitario, que se realiza en las espléndidas instalaciones de su Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información.
Entre las actividades que celebran al maestro del diálogo popular, la Feria pone en circulación dos volúmenes de obras recientes (Vicente y Ramona y otras piezas, Luminaria y otras piezas), así como el estudio de la brillante ensayista norteamericana Jacqueline E. Bixler, Convención y transgresión. El teatro de Emilio Carballido.
A estas publicaciones de la UV, que afirma su tradición promotora del quehacer dramatúrgico con la edición de El Galán de ultramar y El lugar donde crece la hierba, de Luisa Josefina Hernández, así como Stella con guantes rojos y otras piezas de Yákovos Kampanelis, hay que añadir la presentación de El triángulo invertido. Análisis de la obra narrativa de Emilio Carballido, de Raúl Arístides Aguilar, publicado por la Universidad de Quintana Roo.
Pero el homenaje rebasa con creces el ámbito editorial y no estaría completo sin los frutos vivos de un imaginario creativo que combina una pícara mirada sobre el acontecer cotidiano, con el aliento lírico que remite a formas posibles de la existencia.
El ciclo “Emilio Carballido y el cine” subraya la importancia de su actividad como guionista y complementa la presentación de tres espectáculos realizados, en tres puntos del planeta, a partir de textos suyos.
La puesta local de El niño que no existía, dirigida por Roberto Benítez, contrapuntea el carácter cosmopolita de textos como Orinoco y Rosa de dos aromas, escenificadas respectivamente por la binacional Esther André (con un elenco franco-argentino) y por el grupo venezolano Orinoco, que comanda la experimentada actriz Nelly Garzón.
Finalmente, la Universidad Veracruzana celebra también el infatigable entusiasmo de Carballido como promotor de la dramaturgia de habla hispana. El “Premio Internacional Tramoya 2000”, con un jurado de excepción (Luisa Josefina Hernández, Senel Paz y Ricard Salvat), ha convocado a más de 200 obras y ha quedado en manos del español Luis Araújo.
Por si esto fuera poco, la Compañía Titular de la propia Universidad otorga el más significativo estímulo que puede darse a un autor: la escenificación de la obra premiada, La construcción de la catedral.