FICHA TÉCNICA
Título obra La bomba cetémica
Autoría Carlos Ortega
Elenco Palillo
Espacios teatrales Teatro Lírico
Título obra La dama del alba
Autoría Alejandro Casona
Dirección Ricardo Mondragón
Elenco María Teresa Montoya, Prudencia Griffel, Andrés Soler, Celia Manzano, Carlos López Moctezuma, Roberto Catalá, Rodríguez
Espacios teatrales Teatro Virginia Fábregas
Eventos 4a. temporada del Teatro de México
Cómo citar Maria y Campos, Armando de. "Presentación de María Tereza Montoya en el Teatro de México y estreno de La dama del alba de Alejandro Casona ". Novedades, 1945. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>
TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO
Novedades
Columna El Teatro
Presentación de María Tereza Montoya en el Teatro de México y estreno de La dama del alba de Alejandro Casona
Armando de Maria y Campos
María Tereza Montoya, eligió para presentarse como actriz huésped en la 4a. temporada del Teatro de México, la comedia fantástica, o retablo escénico, La dama del alba, del autor asturiano Alejandro Casona, estrenada en el Teatro Avenida de Buenos Aires, el 3 de noviembre de 1944, por la compañía de Margarita Xirgu. Segura de su arte en plenitud, Tereza Montoya eligió esta obra en la que tiene un bello y difícil papel que presentar, que no es de la cuerda dramática que caracteriza el repertorio de la eminente trágica mexicana, aprovechando la novedad de poder ofrecer el estreno de una obra de la calidad artística y teatral de la pieza de Casona, uno de los autores más dignos que escriben en español.
El público teatrófilo de México conoce casi toda la producción de este interesante comediógrafo español, nacido en Asturias en 1903; éste casi, se refiere al Entremés del mancebo que se casó con la mujer brava, que todavía no ha sido representado fuera de Buenos Aires. Fue María Tereza Montoya, precisamente quien dio a conocer en México a Casona, con su obra La sirena varada, premio Lope de Vega en Madrid, en 1934. La sirena varada abrió a Casona las puertas de la fama mundial, alcanzando versiones y representaciones en francés, inglés e italiano. En pleno auge de la república española fue el autor dramático característico de ésta al acertar con Nuestra Natacha, deliciosa comedia en la que canta algunas de las excelencias de la vida republicana. Sólo que se le tachó de comunista.
En México estrenó Nuestra Natacha Margarita Xirgú, pero la hicieron hasta el cansancio todos los teatros experimentales y de aficionados del régimen cardenista. Al caer la República Española, Casona se refugió en México como director artístico de la Compañía de Pepita Díaz-Manuel Collado; aquí escribió Prohibido suicidarse en primavera, que le estrenó, con éxito, la compañía citada, que él dirigía. El crédito que le habían abierto La sirena varada, primero, y Otra vez el diablo, estrenada en México por Margarita Xirgú, las dos comedias de un bello simbolismo y de gran belleza verbal, sufrió un poco con esta comedia Prohibido suicidarse en primavera cuyo acto es ejemplo de teatro bien hablado y bien construido, como el de Nuestra Natacha, cuyo acto inicial es superior al resto de la obra. Difícil momento aquél para Casona, obligado a escribir para la compañía que simbólicamente dirigía y que explotaba su nombre; un teatro comercial que no sentía, y que lo llevaba a leer a Arniches, a García Alvarez –cuyas comedias tuve el gusto de proporcionarle– "para enterarse un poco de su maña y llegar al público grueso, que es el que paga", me decía.
A poco, se marchó de México, y en la Argentina escribió para el cine, y aun para el teatro comercial, una comedia en la que intervienen una mujer y tres amantes, que no gustó, hasta que Margarita Xirgú, de vuelta a la escena, le pidió una obra, y él le escribió esta Dama del alba, ya dueño de una técnica teatral que sólo proporciona el contacto con el público y los fracasos. Es originalísima, simbólica, intensamente dramática, con bello y rico lenguaje, como si después de La sirena varada y de Otra vez el diablo no hubiera escrito nada, poeta, y ya arquitecto de la escena, jugando con la ficción y la realidad –la muerte es el personaje principal, y vive y habla con los campesinos de un lugar de Asturias, en España–, logrando una de las piezas de teatro contemporáneo español más bella, teatral y conmovedora, y más audaz también –como La sirena varada y Otra vez el diablo–, por la maestría y buen gusto que emplea para borrar con muy buena pluma y mejor talento la raya que separa la vida real de los personajes irreales.
Fue un acierto de María Tereza Montoya elegir esta obra para incorporarse al elenco del Teatro de México, porque el personaje que interpreta es digno de su impar categoría, y sólo una actriz de su calidad y experiencia puede –como nos imaginamos sucederá con Margarita Xirgú– mantener con dignidad un personaje tan difícil como la Muerte, peregrina errante e implacable, pero –¡quién lo pensara!– esta vez humana y comprensiva. Obtuvo un éxito rotundo, más espectacular y conmovedor la noche del estreno de la obra si se le suma el entusiasmo y el cariño del recibimiento que le dispersó el público que llenaba, en su totalidad, el teatro Fábregas.
El marco en que se movió la Montoya, excelente. Magnífica interpretación y muy digna y propia la presentación, al cuidado y experiencia de Ricardo Mondragón. La eminente Prudencia Grifell, el notable y estudioso actor Andrés Soler, Celia Manzano y Carlos López Moctezuma, con los niños Catalá y Rodríguez, cada uno en su papel, fueron factores de éxito la noche de la incorporación de María Tereza Montoya al Teatro de México con este estreno de La dama del alba de Alejandro Casona, de la mejor calidad artística y teatral.
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Aparte de un estreno de circunstancias –La bomba cetémica, en el Lírico– que da ocasión al actor Palillo para mantener vivo el fuego del teatro de actualidad y sin responsabilidad, indispensable para un sector del público metropolitano, nada más ocurrió la noche del sábado en los escenarios mexicanos que merezca la atención del cronista.