FICHA TÉCNICA
Título obra Orfeo desciende
Autoría Tennessee Williams
Dirección Xavier Rojas
Elenco Carmen Montejo, Graciela Doring, Aldo Monti
Espacios teatrales Teatro Sullivan
Cómo citar Maria y Campos, Armando de. "Orfeo desciende, de Tennessee Williams, en el teatro Sullivan". Novedades, 1965. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>
TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO
Novedades
Columna El Teatro
Orfeo desciende, de Tennessee Williams, en el teatro Sullivan
Armando de Maria y Campos
El genio de Tennessee Williams, dramaturgo y poeta, hizo descender a Orfeo del monte Rodope de la mitología Tracia, a la escena universal. El mundo viene alimentándose desde hace siglos con la fresca mitología de la antigüedad. Porque el mundo, y el cronista quisieran que no lo tomaran a perogrullada, es muy antiguo, tanto como en las pasiones misteriosas y terrenales. ¿Por qué no había de vivir Orfeo la vida tumultuosa y cosmopolita de una población anónima, perdida en el sur de los Estados Unidos, atormentada por corrientes pasionales, y por qué no había de estar a su lado Eurídice, que estremeció la existencia de este personaje fabuloso? La Eurídice de Williams es, ahora, una siciliana apasionada y activa que busca triunfar de las sombras de las pasiones en que antes se vio envuelta. Este es el origen de la tragedia de Tennessee Williams, una de las más limpias, poéticamente considerada, y más profundas del gran autor sureño, en la que le da mayor importancia a la sombra lejana de Eurídice, que ahora se llama lady Torrance. El pensamiento sufre y el corazón se siente acongojado ante lo que ha escrito el autor norteamericano, y ve representar a actores mexicanos excelentes. Esta labor redime al teatro mexicano de cuanto podrido hemos soportado en el curso del presente año.
Carmen Montejo, que se encuentra en la cumbre de su carrera ascensional ininterrumpida,vive y sufre el personaje central femenino del drama de Williams. No es fácil encontrar las palabras exactas y necesarias para describir a una cumbre. Se dice, y basta. Carmen Montejo es la cumbre más elevada –cinco mil metro sobre el nivel de la mediocridad actoral de la América Latina– de teatro dramático en castellano y tal vez en portugués. Mi desconocimiento de muchos idiomas me impide hacerle justicia en relación con las grandes dramáticas del orbe. Pero estoy cierto que ni Ema Dramática y antes Eleonora Duce o Mimí Aguglia alcanzaron el dominio mágico de la expresión dramática que ha hecho suyo esta actriz de excepción, a la que el público burgués mexicano, de suyo ponderado, tímido o indiferente, la despide cada noche con bravos y ovaciones que recuerdan los mejores triunfos de las actrices de prestigio universal.
Qué difícil es dejarse ver y sentir al lado de Carmen Montejo, en esta obra. Por esto es necesario consignar que el talento y la sensibilidad de otra gran actriz mexicana, Graciela Doring, se imponen y cuando ella está en escena –representando a una cínica vanidosa o impúdica vaga–, sólo hay ojos para verla y corazón para sentirla. Aldo Monti hace un Orfeo, frívolo e infantil al principio, pero conforme la tragedia se apodera de la acción actúa con sinceridad y profundidad considerables. Estos son los sustentáculos de la interpretación de Orfeo desciende.