FICHA TÉCNICA



Título obra Ninette y un señor de Murcia

Autoría Miguel Mihura

Dirección Manolo Fábregas

Elenco Manolo Fábregas, Antonio Bravo, Tere Velázquez, Luis Manuel Pelayo

Escenografía Julio Prieto

Espacios teatrales Teatro Manolo Fábregas




Cómo citar Maria y Campos, Armando de. "Ninette y un señor de Murcia, en el teatro Manolo Fábregas". Novedades, 1965. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

Novedades

Columna El Teatro

Ninette y un señor de Murcia, en el teatro Manolo Fábregas

Armando de Maria y Campos

Es difícil el teatro. Todo en desarrollo son problemas de acierto o de equivocación. Primero, el problema de saber elegir la pieza por representar. Debe ser de autor que merezca crédito al público. En seguida, el problema de los intérpretes. Hay que pensar en su categoría, en su profundidad o en si ligereza para habitar los personajes. Saber acertar con la persona que dirija a autor e intérpretes. La importancia del director es fundamental, porque se cree que su dirección debe limitarse a mover la pieza, a darle ritmo, y no es eso; a quien debe dirigir de preferencia el director es el autor. Si no se conjugan todos estos elementos, pieza y obra fracasan.

Por circunstancias excepcionales, todo esto se conjuga en la pieza Ninette y un Señor de Murcia, de Miguel Mihura, que Manolo Fábregas, director y actor a la vez, ha presentado en su teatro con una magnífica planta de actores que reúnen crédito, talento y sensibilidad.

La pieza de Mihura, el humorista español que más se forma en serio porque hace teatro de humorismo en serio está construida con alarde de maestría, y su humorismo es fino, ágil, flexible, oportuno, talentoso. Mihura trata en su pieza un tema que cabe en lo blanco de una uña. Un burgués de Murcia va a París con el propósito de disfrutar, y a quien disfruta es a Ninette, francesa hija de españoles exiliados a causa de la guerra civil, y regresa a Murcia sin haber visto media calle de la ciudad soñada, con Ninette y los padres de Ninette. Además, Ninette conocerá a Murcia encontrándose en estado grávido. ¡Qué gran aventura frustrada y vivida en un clima de humorismo finísimo, transparente, que esclaviza al espectador! Así da gusto reírse, pasar una noche alegre... en una modesta casa de exiliados políticos en París...

A mayor abundamiento –a veces es preciso recurrir al lugar común–, la interpretación es magnífica. Manolo está eminente como un señor cualquiera de Murcia, tanto que el actor opaca al director, que se ha portado excelente. Anita Blanch, en una verdulera asturiana, cuaja una auténtica creación, y no es menor que la que logra Antonio Bravo, como refugiado socialista aficionado a tocar la gaita en sus ratos de ocio, que son muchos. Tere Velázquez, que está encantadora, como para comérsela, cosa que ojalá no ocurra porque le tocaría muy poco a cada espectador, hace una Ninette deliciosa; es una delicia ver cómo ama y sufre... como tantas jóvenes francesas deben sufrir y amar, si es que sufren amando como aman. Lugar aparte merece la insuperable actuación de Luis M. Pelayo en un pobre español que vive años en París y no ha tenido una sola aventura en la ciudad de las mil y una aventuras instantáneas. Creo que esta es la mejor actuación de su fecunda vida de actor. Por cierto que es oportuno aclarar que Pelayo nació en el turbulento barrio de Tepito, de México.

Muy buena la escenografía de Prieto, tan buena y funcional, que no se ve. Gracias a quien corresponda porque la acción que Mihura situó en París, se desarrolla en París, y el señor Murcia no se convirtió en un señor de Silao. Las piezas de teatro deben ocurrir donde lo marca el autor, única forma de que los personajes vivan la vida que les da su creador.