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Columna El Teatro

El doctor espera nene, de Abel Santa Cruz, en la sala Chopin

Armando de Maria y Campos

Ocurrió durante largo tiempo que las repúblicas hispanoamericanas fueron colonias literarias de España y los autores de cada país, México a la cabeza por haber sido Nueva España, imitasen a los de mayor éxito en la península con la esperanza de hacerse de un público que los apoyara económicamente en sus respectivas patrias chicas. Parecerse a Benavente, a los hermanos Quintero o a Martínez Sierra era un orgullo y hasta una garantía para las empresas. Pocas veces llegaban a nuestro escenarios obras con temas propios, que identificaran al público con las representaciones.

Parecía que los hispanoamericanos nos estábamos liberando de este tutelaje. Pero no es así. De Argentina nos ha llegado "en el último barco", como se decía hace treinta años, una pieza que se parece como una gota de agua a muchas, y no de las mejores, de Paso, Mihura, de Llopis, de Tono o de cualquiera de los productores comerciales de un teatro español ahora en boga. Con aclarar esto, el comentarista, que está fatigado de predicar en desierto, cumpliría su misión, pero, escamotearía al público una noticia. Abel Santa Cruz, autor que escribe en Argentina y suponemos argentino, compuso una comedia en tres actos que tituló Doctor Cándido Pérez, Señoras, y que debió haber alcanzado algún éxito en Buenos Aires el año de 1957 de su estreno, porque el empresario Manolo Fábregas la seleccionó para presentarla al público de México, cambiándole el título por el de El doctore espera nene. Este doctor es un tímido, casado, que desea un niño, como su esposa. Este se anuncia, por el eficaz procedimiento de un análisis, y para celebrar la fausta nueva el futuro padre hace salir a su esposa en viaje rápido a Morelia (porque la comedia ha sido traducida al mexicano) y con esto se arma un lío tremendo, ingenuo, más que inocente, resolviéndose todo con un final feliz. Comedia como ésta, podía haberse quedado en Buenos Aires. Sin embargo, el público de la noche de estreno la festejó y aun la aplaudió, justo es precisar que por la alegre y desenfadada actuación de Ortiz de Pinedo, de Ortín, de Pilar Sen y de Carmen Molina. Ortiz de Pinedo, más centrado que otras veces, parece como fatigado de representar tantas cosas chabacanas. Ortín se muestra, como siempre, morcillero, ansioso de notoriedad. Muy graciosa Arcelia Chavira en la sirvienta tipo mexicano. Se robó muchas escenas. El resto del corto reparto cumplió la noche del estreno, sin desentonar. La escenografía es sencilla y la dirección no se pierde de vista.