FICHA TÉCNICA



Título obra El alfarero

Autoría Héctor Azar

Dirección Juan José Gurrola

Elenco Juan José Gurrola, Roberto Rojas, Alberto Dallal, María de la Paz B., Jana Kleinburg, Carmen Bassols, Luz del Amo, Héctor B. Ortega / elenco de la compañía

Eventos Ciclo de lecturas Lunes trágicos Departamento de Difusión Cultural UNAM

Ilustraciones Fotografía: Juan José Gurrola, actor y director en la obra de Héctor Azar, El alfarero




Título obra La apassionata

Autoría Héctor Azar

Dirección Juan José Gurrola

Elenco Juan José Gurrola, Roberto Rojas, Alberto Dallal, María de la Paz B., Jana Kleinburg, Carmen Bassols, Luz del Amo, Héctor B. Ortega / elenco de la compañía




Cómo citar Reyes, Mara (seudónimo de Marcela del Río). "[El alfarero]". Diorama de la Cultura, 1959. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

imagen facsimilar

Diorama de la Cultura, Excélsior

Columna Diorama Teatral

[El alfarero]

Mara Reyes

Recientemente el Departamento de Difusión Cultural de la UNAM inició un ciclo de lecturas al que se han llamado “Lunes trágicos” con la intención de difundir las obras que por su corte y carácter son de difícil escenificación. El ciclo principió con una interpretación personal de Alfonso Reyes sobre Ifigenia cruel y continuó después con una serie de tres obras a la que titularon Tres Hécubas a través del tiempo. La primera de ellas leída por Ofelia Guilmaín fue La hija de dios de José Bergamín que maneja estupendamente el lenguaje, sitúa la acción en la España actual, pero da a la obra la forma, el tono y el carácter de tragedia griega, esto sería muy valioso si el escritor hubiera dejado que sus personajes se desarrollaran en el ambiente y con la sensibilidad propia del pueblo español, en vez de tratar a toda costa de imprimir a los personajes un sentir helénico que no concuerda con su espíritu. La segunda Hécuba leída fue Polixena del abate Marchena; a pesar de haber sido leída por una gran actriz como es Amparo Villegas, no pudimos comprender la obra con suficiente claridad debido a que la señora Villegas confundió el teatro representado con el teatro leído, y grandes trozos de la tragedia los leyó sin mencionar a qué personaje pertenecían los parlamentos, cosa que hizo confuso el texto. La siguiente tragedia fue Hécuba triste de Fernán Pérez de Oliva, indudablemente la mejor de las tres; fue muy bien leída por Nancy Cárdenas.

Otra actividad de Difusión Cultural fue la presentación de dos obras de Héctor Azar, de las que daremos una ojeada rápida.

Se trata de La apassionata y El alfarero, ambas dirigidas magistralmente por Juan José Gurrola. En ellas se plantea la problemática del mexicano frente a la vida y frente a la muerte. En La apassionata vemos una familia pobre citadina, con su tremenda insatisfacción y frustración, lo que origina una agresividad y busca como refugio la muerte, una muerte que deviene intrascendente por la falta de valores en la vida.

La segunda, El alfarero, tiene el mismo planteamiento, pero llevado al ambiente rural; en ella se percibe un sentido más trágico de la vida y esa imposibilidad de superación. Lo que más resalta en esta obra es su intemporalidad, en el transcurso del drama vemos toda la vida del hombre, desde antes de su nacimiento, y sin embargo, nos da la impresión de que el tiempo no pasa. Y esto tiene un porqué: para el campesino el tiempo no significa progreso, sigue viviendo en la miseria, sigue viviendo en un atraso de siglos; para él lo mismo es ayer, que hoy, que mañana. De allí que la muerte la vea con toda naturaleza; mueve la madre, el padre, la hija, muere el nieto; y el sacerdote que al llegar al pueblo quiere redimir, quiere sacrificarse, quiere ayudar, en lugar de ello resulta negativo; ante su fracaso, tiene que huir por el camino del suicidio.

Las dos obras están escritas en un lenguaje extraordinariamente poético, y Azar maneja los símbolos con todo acierto. Si la calidad de ambas obras es muy alta, en cuanto a la dirección, creemos que es una de las aportaciones valiosas al teatro mexicano. Si hiciéramos un parangón en cuanto a su técnica, veríamos una correspondencia con la de Luis Buñuel.

Ocurre un fenómeno curioso, los actores dan la impresión de ser manejados totalmente por el director y esa impresión, podríamos llamar, externa, produce la sensación de que los personajes están encadenados a su destino y no pueden obrar de otro modo del que lo hacen.

Juan José Gurrola, en El alfarero, rompe con la tradición teatral, y en lugar de buscar un clímax en cada escena, busca por el contrario una especie de monotonía, esto podría considerarse como “antiteatro”, pero es precisamente esto lo que otorga a la obra su carácter intemporal y es uno de sus más grandes aciertos, a más de muchos otros que no nos es posible enumerar. De las actuaciones es difícil mencionar a los que sobresalen pues cada uno de ellos es una parte de un todo y éste, observado como unidad, resulta perfecto. Queremos, sí, mencionar el Ángel Nuncio –Roberto Rojas– de La apassionata, pues es la personificación de los famosos ángeles de Chucho Reyes, lo mismo que al Pegaso –Alberto Dallal– que no es otra cosa que la representación de una figura de Metepec, de la que el alfarero –el propio Juan José Gurrola es el intérprete de éste– extrae el consuelo y el afecto que requiere.

Muy bien las actuaciones de María de la Paz B., Jana Kleinburg, Carmen Bassols, Luz del Amo, Héctor B. Ortega, y por supuesto Juan José Gurrola y todos los integrantes de este trabajo verdaderamente valioso de teatro experimental, en su verdadera concepción.

Otro elemento que hay que mencionar es la música, ese radio que canta persistentemente en El alfarero pidiendo la muerte, que es el camino que escogen en las dos obras todos los personajes; y en La apassionata esa ópera tocada a tiempo diverso del suyo.

Otro acierto extraordinario es la escenografía, especialmente en La apassionata, con sus entradas y salidas por las puertas de los muebles y que dan la impresión exacta de la estrechez con que vivimos.

Esta labor de la UNAM es digna de todo encomio, ya que además de su calidad, está a la mano de todo aquel que se interese, ya que la entrada a estos espectáculos es gratuita.