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Mirando hacia atrás: los primeros pasos y los triunfos iniciales de Roberto Soto

Armando de Maria y Campos

     Anoche, al levantarse el telón del teatro Ideal, para dar principio a la velada que Roberto Soto organizó en su honor y a su beneficio, con motivo del "día de su Santo", como lo viene haciendo desde hace varios años, un mundo de recuerdos pobló la memoria del cronista. Si recordar es vivir... y sufrir, anoche vi y sufrí en dos horas y media, lo que alrededor de la vida de Roberto Soto he visto y he gozado en 35 años de seguir, obra a obra, paso a paso, la vida de este cómico extraordinario que es el "Panzón" Soto. Me vi hecho un mocoso como era ya aficionado al teatro en 1913, entrando a los teatros a favor de mi corta edad, confundido entre grupos y de espectadores como si fuera familiar de ellos, y ya dentro, en luneta, de pie, a unos cuantos metros del "foro", ver de cerca el mundo maravilloso de las comedias. Recuerdo como si fuera ayer el estreno en el teatro Díaz de León, por el jardín del Carmen, de Malvaloca, la bella comedia de los Quintero, que anoche representó la compañía del Ideal en la función del "Santo" de Soto. En la protagonista, María Luisa Villegas, nuestra extraordinaria actriz arrebatada a la vida durante una epidemia de tifo en lo más dramático de la época revolucionaria; en el Leonardo, Joaquín Coss, notable actor y director español, muerto hace apenas unas semanas; Mutio, ya excelente galán, en el Salvador, y en el resto del reparto, actrices y actores de la calidad de Matilde Cires Sánchez, Consuelo Segarra, Emilia Otazo, Cuca del Castillo, Cervantes Macías, Catalá y el jovenzuelo Roberto Soto, que representaba a aquel personaje del 2o. acto, obrero de la fundidora, que cruza la escena y dice no más: "Don Sarvaor, el modelista quiere hablarle..."
     El estreno de Malvaloca, por María Luisa Villegas, constituyó un verdadero éxito para autores e intérpretes, representándose cerca de 100 veces, primero en el Díaz de León, y después en el Mexicano -como se llamaba entonces el Fábregas-, antes y después de la Decena trágica, respectivamente.
    Mientras transcurría la representación de anoche de Malvaloca, en la que el querido "Panzón" hizo dos "caracteres", el del tío Jerome y el del ciego, que estrenaron en México Antonio Cervantes y Alfredo Macías, recordaba con los ojos entrecerrados y la emoción alerta, la larga, fecunda, enérgica carrera de Roberto Soto.

  Nació Roberto Soto en Zacatecas, en la Rinconada del Jardín Juárez No. 56, el 7 de junio de 1896. A los diez años estudiaba en el Colegio León XIII de su tierra natal, que dirigía un sacerdote bondadoso y que todo Zacatecas conocía por "Don Cuco", y que era muy aficionado a organizar representaciones teatrales para distracción de alumnos y familiares de éstos. Soto tomaba parte en estas representaciones, entre las que se contaban las zarzuelas Música clásica, Marina, El anillo de hierro; le encargaban las "partes" de barítono. Las representaciones tenían lugar en el ex convento de San Francisco. Por navidad tomaba parte en las "pastorelas", que organizaba un vecino muy popular en Zacatecas: Pepe, el "tortero". Luego formó parte de una compañía infantil zacatecana, y de ahí a no perder función de cuanta compañía llegaba a Zacatecas casi no hay pausa: la de doña Carmen Martínez, gran actriz poblana, y don Carlos Vargas, tapatío; la de Elisa de la Maza y don Anacleto Gutiérrez, que se hacía llamar "el Brujo de los Salones", porque se las daba de prestidigitador; la de Atilano Solano -empresario- y Consuelo López de Solano, muy notable actriz, que llevó a Zacatecas a sus hijas, también actrices, entonces muy jóvenes: Consuelo, Eugenia y Socorro. Conviene fijar la fecha de 1909, porque el joven provinciano se enamoró de Socorro (Astol), y abandonando el hogar siguió a la compañía "López de Solano" por pueblos y ciudades. En Torreón o en Monterrey, no estoy seguro, debutó en 1910- con el drama de Guimerá María Rosa -que también se anunciaba: El crimen de la carretera- haciendo una modesto personaje, clave sin embargo de la obra, porque tiene que referir el crimen que vio, con tan mala suerte que de la emoción perdió la voz, y los demás personajes que estaban en escena tuvieron que hablar por él: Salvador (así se llama el personaje) dice esto..., mientras Soto "se tragaba la voz". El resultado fue que el joven actor fue destinado por la empresa a... recoger boletos de palcos segundos y galería. Pero

terco, confiado en sí mismo y... enamorado de Socorro, ya excelente dama joven, buscando escenario para sus empresas, llegó a Toluca a mediados del 10- y se contrató en la compañía de Isabel Soria y Leopoldo Gutiérrez como segundo galán joven. En esa compañía hacían pequeños papeles María Tereza Montoya y Dora Vila, otra gran actriz nuestra muerta en lo más granado de su juventud; después fue a Puebla, contratado con Honorato Tessié, y en 1913 -año en que nació su hijo Fernando, "Mantequilla", vino a México a trabajar en el Alcázar como "racionista". Del Alcázar pasó al Díaz de León, y permaneció en la compañía de María Luisa Villegas y Joaquín Coss -que después se convirtió, ya en el Mexicano, en la Compañía Ricardo Mutio-Dora Vila hasta que después de recorrer toda la República, se disolvió. En 1918 se contrató con María Conesa, quien triunfaba en el apogeo de su gracia y belleza, como "otro actor cómico", al lado de los actores "Chato" Rugama y Salvador Arnaldo, bajo la dirección de Miguel Palmer. Se empezaba a poner el sol de ese gran actor nacional, criador de tipos mexicanos que fue Leopoldo Beristáin, el "Cuatezón". A punto de pasarse de la compañía de la Conesa, que cultivaba la zarzuela española, a la de Prida-Castro-Ortega, que con la Rivas Cacho hacían únicamente revistas mexicanas, el maestro Manuel Penella lo contrató para su compañía de zarzuelas españolas, que debutaba en el Arbeu. Soto, después de hacer Frivolina, El As, El paraíso perdido, logró el éxito extraordinario que lo impuso como un gran actor cómico con el picador "Hormigón", de El gato montés.
     Pero esto ya pertenece a un ayer que casi todos conocen y recuerdan...