La intensa actividad escénica del Centro Cultural Helénico se extiende y complementa, en tiempos recientes, con la realización de seminarios, talleres y, ahora, con un Diplomado en Teatro Corporal organizado por Teatro Línea de Sombra.
Entre estas actividades formativas, el Helénico anuncia también un curso de Commedia dell’arte que impartirá un especialista alemán y que, esperamos, contrastará con la pobreza de El mal de distancia; espectáculo que bajo esa denominación se lleva a cabo los domingos, al mediodía, en su bellísimo claustro.
Bajo la dirección de Charles W. Lake, El mal de distancia había realizado una temporada hace más de diez años en la desaparecida Pinacoteca Virreinal. Con un elenco diferente y la inclusión de textos líricos y analíticos (que nada tienen que ver con el estilo de los cómicos italianos) sobre el fenómeno amoroso, esta segunda versión muestra que la distancia temporal y el estudio jamás podrán paliar el mal definitivo que se caracteriza por la ausencia de imaginación.
El asunto no es menor cuando se trata del estilo histórico que levanta las más altas expectativas en el imaginario colectivo y que se asocia naturalmente con la cima de la fantasía creadora de Occidente.
Desde el texto contenido en el programa de mano, el espectáculo, amén de su mísera realización, es un digno ejemplo de las distorsiones conceptuales que suelen acompañar a un estilo representacional plagado de mistificaciones.
En primer lugar, la idea de forma única de la commedia all’improvisso, y su asociación inmediata con las expresiones más bajas del teatro popular. En sus 250 años de vigencia y su difusión por la Europa entera, la “comedia del oficio” tuvo espacio suficiente para desarrollar una variedad inagotable de formas.