FICHA TÉCNICA



Título obra La Celestina

Autoría Fernando de Rojas

Dirección ¡lvaro Custodio

Elenco Amparo Villegas, Pilar Crespo (Pin), Alma Margarita Pliegot, Ofelia Guilmain, Lina Catal·n, Guillermo Orea,Ignacio LÛpez Tarso, Miguel Maci·

Grupos y compañías Grupo Teatro EspaÃ’ol

Espacios teatrales Sala MoliËre

Referencia Armando de Maria y Campos, “La Celestina, novela famosa, llevada al teatro en la sala Molière”, en Novedades, 5 agosto 1953.




TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

Referencia Electrónica

Novedades

Columna El Teatro

La Celestina, novela famosa, llevada al teatro en la sala Molière

Armando de Maria y Campos

La Celestina, La comedia o tragicomedia de Calixto y Melibea, como fue llamada sucesivamente, es una amplia novela castellana, dialogada en veintiún actos. De ella dijo Cervantes: "Libro en mi entender divino, si encubriera más lo humano". Su importancia literaria es de primer orden y comparable a la del Quijote. Para muchos será una novedad conocer algunos antecedentes de La Celestina de Fernando de Rojas, que el grupo Teatro Español en México, título anfibológico por cierto, presentó primero en el Ateneo Español de esta ciudad, y del 31 de julio al 2 de agosto en la sala Molière.

La edición más antigua que se conoce de La Celestina es la publicada en Burgos en 1499, que tenía dieciséis actos. También presenta dieciséis actos la edición de Sevilla; la de 1502 ofrece ya veintiún actos, y a alguna posterior se le agrega otro más, que como de mano distinta a la del autor de los actos anteriores, revela la colaboración del pueblo.

Se asegura que el primer acto de la obra circuló manuscrito entre los escolares de Salamanca, y se ha lanzado la afirmación de que sirvió de base al autor para escribir los demás. El primer acto es mucho más extenso que los otros y compendia la esencia de la Tragedia de Calixto y Melibea. El maestro español de todo saber, Menéndez y Pelayo, a quien es indispensable recurrir en estos casos, asegura que "sería el más extraordinario de los milagros literarios y aun psicológicos que un continuador llegase a penetrar de tal modo en la concepción ajena y a identificarse de tal suerte con el espíritu del primitivo autor y con los tipos humanos que él había creado". Sin embargo...

Consta en unos versos acrósticos que figuran al principio de La Celestina, que el autor se llamaba Fernando de Rojas y que nació en Puebla de Montalbán. Pero no pasan de aquí las noticias que de él se tienen, ni está demostrado que el escenario de La Celestina fuese Salamanca o Toledo, aunque parece que se trata de Salamanca. Quizá la falta de acción dramática verdaderamente teatral, se parezca en primer término al teatro de Terencio. Pero antecedentes de La Celestina se encuentran en la Biblia, en Aristóteles y en Virgilio, en Ovidio y en Pedro López de Ayala, y en el Arcipreste de Hita. El tipo de alcahueta es abundante en todas las literaturas, pero aunque aparece en los clásicos, las características de perversidad y astucia del tipo castellano le dan al personaje perfiles imborrables.

La Celestina, sin ser comedia ni novela, es realmente la primera comedia y la primera novela de verdadera trascendencia en la literatura castellana. A pesar de su forma, la obra no es representable por su extensión y prolijidad. Para ser desarrollada en las tablas le falta acción y le sobran digresiones. No es ésta la primera vez que en este siglo La Celestina se lleva al teatro como comedia. Hace cinco o seis años se representó en Buenos Aires por un grupo experimental. Escribo esta nota lejos de mis fichas, y paso a las volandas sobre este dato interesante.

Calixto y Melibea son indudables antecedentes de los Romeo y Julieta shakespearianos. Ambos representan el sentido profundamente humano del amor. Celestina es el genio de la inteligencia y la astucia, puestas al servicio del mal o, si se quiere, de la intriga ruin y de la pasión plebeya. El lenguaje de La Celestina es magnífico, digna continuación de los romances viejos, jugoso y lleno de flexibilidad, y las sentencias y proverbios populares abundan considerablemente, convirtiendo la obra en un arsenal de popular sabiduría.

La presentación y representación de La Celestina en la sala Molière resultó muy estimable. Vaya por delante la afirmación de que el público se interesó vivamente por ese experimento teatral y acudió en número estimable a la sala Molière, cuyo escenario no es en modo alguno apropiado para esta clase de representaciones en las que el cambio de escenarios, aun sugeridos por movimientos de cortinas, es no sólo necesario sino indispensable. El texto de La Celestina se redujo –¡claro!– considerablemente, y el juego escénico de los dieciséis capítulos primordiales de la obra, convertidos ahora en cuadros, llevó la acción todo lo rápido que le fue posible a la escasa tramoya. El vestuario propio de la época, muy usado, salvo el que usó la Melibea. No vimos por ninguna parte la escenografía de López Mancera, pero sí estuvo presente una hábil dirección –de Álvaro Custodio– para hacer teatro más o menos moderno de una novela dialogada.

Excelente en términos generales la interpretación. Amparo Villegas, que es una estupenda hizo una Celestina casi perfecta. La actuó y la dijo con maestría. Pilar Crespo, bella y discreta. Fue una revelación la señorita Alma Margarita Pliegot, llamada seguramente a mucho más en nuestro medio teatral. Ofelia Guilmain y Lina Catalán completaron el bien conjuntando grupo femenino. Guillermo Orea produjo la mejor actuación masculina, y halló justa réplica en Ignacio López Tarso. Miguel Maciá, en el ingrato rol de Calixto, se mostró más que discreto.