Críticos del Sistema / Ibargüengoitia

Jorge Ibargüengoitia

Los temas policíacos que alarman al púbico han provocado algunas reflexiones al autor: trampa para ocho mujeres y cuatrocientos espectadores

Aprovechando la circunstancia de que hay dos obras policíacas en la cartelera [1], quiero sacar a colación mi Pequeño tratado sobre el género policíaco, vademécum del conocedor incauto, fruto de mis tantos años de reflexión atenta. Dice así:

Postulado: el género policíaco no es un género literario; es un juego.

Definición: en toda obra policíaca hay un asesino —o no, como veremos después—; el juego consiste en descubrir su identidad.

Advertencia: no confundir el género policíaco con otros que le son afines:

a) el de "suspenso" —suspenso, según la Academia es "admirado, perplejo, reprobado o suspendido". Suspense en inglés, según el Appleton, es "suspensión, duda, incertidumbre, ansiedad". Por consiguiente, no es suspenso a lo que me refiero, sino a suspense—. A éste género pertenecen las películas que tratan de un señor a quien van a condenar por un crimen que no ha cometido y huye de la policía por Inglaterra, usando toda clase de vehículos, hasta qué, en la última escena, cuando está acorralado en el tejado resbalosísimo de una inmensa fábrica, se topa de manos a boca con el verdadero asesino, lucha con él, lo vence, lo mata y luego se casa con la muchacha. O bien, esas otras en las dos hombres asesinan a un tercero, lo meten a un cofre, y luego hacen una fiesta alrededor del fiambre. O bien, aquellas en las que un señor encuentra un cadáver y para deshacerse de él tiene que cargarlo por toda la ciudad, etcétera.

b) el de los "detectives privados". Estos detectives siempre tienen un despacho desvencijado y una secretaria con quien hacen el amor de vez en cuando. Llega una mujer guapísima y contrata los servicios del detective por una suma fabulosa. Cuando el detective sale a la calle, le rompen la cara; cuando entra en un cabaret, le rompen la cara; cuando toma una copa es que tiene un soporífero y mientras él duerme, matan a un viejito; cuando regresa a su despacho lo encuentra hecho trizas. Por fin va a la guarida de los bandidos; allí le rompen la cara, pero después de muchas peripecia, vence a toda la banda y se queda con un dineral, pero no se casa con la mujer guapísima, sino que regresa a su despacho, al lado de su secretaria.

Reglas para el género policíaco

Del autor:

Regla 1: Puesto que habrá entre uno y diez muertos, es conveniente que los personajes sean planos y como de paja, sin muchos rasgos humanos, porque si no la obra corre el riesgo de ahogarse en un mar de sangre.

Regla 2: La trama puede ser todo lo complicada que se quiera, pero cuando al final se descubre que "el asesino es el señor obispo", el púbico debe pensar antes de quince segundos: "claro, no podía ser de otra manera". Una obra en la que el detective tiene que explicar: "Cuando el señor obispo salió de la casa de Lord Paperton a las 8:10 pm, subió a un taxi y en su interior se disfrazó de la sirvienta negra de Lady Paperton, dejó el taxi en Charing Cross, abordó un underground que abandonó en Picadilly, y tomó otro taxi que lo llevó de regreso a la casa de Lord Paperton; en el trayecto, habló todo el tiempo con el chofer, imitando la voz de la sirvienta negra que estaba representando. Cuando llegó a la casa, entró por la puerta de servicio, evitando de esta manera encontrarse con la verdadera sirvienta negra que, en esos momentos bajaba por la escalera principal llevando la botella de oporto; llegó hasta la recámara de Lord Paperton, lo encontró quitándose los zapatos para ponerse unos de charol, y le enterró la daga egipcia. Tiempo transcurrido: quince minutos", Cuando el detective tiene que explicar esto, digo, la obra no sirve.

Regla 3: No hacer nunca reflexiones morales. En el género policíaco todo se vale: los hijos matan a los padres, los padres matan a los hijos, los maridos a las mujeres, etcétera. En el momento en que alguien dice: "maté al pobrecito de mi papá para liberarlo de sus sufrimientos", la obra se vuelve una verdadera carnicería.

Regla 4: No abusar de la ecuación siguiente:

M + O = Pa

En otras palabras:

Motivo + Oportunidad = Presunto asesino.

En cada obra debe haber varios presuntos asesinos. Si en una obra ocurre un asesinato y sólo una persona pudo cometerlo, no hay misterio, ése es el asesino o la obra está mal escrita.

Hay que recordar que no todas las personas son capaces de cometer un asesinato, aunque tengan motivos y tengan oportunidad. La regla puede resumirse en la siguiente forma: los personajes deben ser de paja, de acuerdo con la Regla 1, pero no tanto.

Normas para el espectador

Si al final de la obra resulta que todo fue un sueño, levantarse y romper las butacas

Si resulta que la criada no se fijó bien y creyó que las almohadas eran cadáver y la tinta sangre, levantarse y quemar el teatro.

Si el detective recibió una carta de alguien cuyo nombre fue pronunciado en la primera escena y la saca al final de la obra para revelar el misterio, quemar el teatro.




 

Publicado en: La cultura en México, supl. Siempre!, 11 de abril de 1962.